Stanley Philip Heckadon-Moreno

Illustración ©Zinc Sakira

Antropólogo, científico investigador, educador y autor

Génesis de un explorador Chiricano

 

Stanley Philip Heckadon-Moreno nació en la zona bananera de Chiriquí, Puerto Armuelles, el 9 de octubre de 1943. Su padre, Philip Stanley Heckadon, perteneciente a una familia de menonitas agricultores estadounidense emigró a Panamá durante la Gran Depresión para trabajar en la Chiriquí Land Company. Su madre, Manuela ‘Nenga’ Moreno Caballero, se graduó de la Normal Rural de David y fue maestra en la Escuela Tomás Armuelles, primera escuela pública en Puerto Armuelles. 

La maestra Nenga era una chiricana del campo con mucho empuje y temple. Fue una de las líderes del movimiento feminista que desde joven luchó para que las mujeres no solo tuvieran cédula, sino voz y voto en el futuro del país.

Tras su divorcio, la maestra Nenga persiguió su sueño de graduarse como profesora de inglés en la Universidad de Panamá, título que recibió tras mucho esfuerzo y sacrificio en 1957.

Durante el verano, Stanley pasaba sus vacaciones en la finca de sus abuelos maternos, Aurelio Moreno Moreno y Josefa Caballero de Moreno. Él era de Dolega y ella de Alanje. Campesinos chiricanos honrados, trabajadores y religiosos quienes tras perderlo todo durante la cruenta Guerra de los Mil Días, emigraron en 1905 a la región conocida como las Selvas del Territorio del Río Chiriquí Viejo. En estas soledades levantaron su nueva finca y criaron su prole.

Crecer en estas remotas selvas y bananales le enseñó a Stanley sobre la vida sencilla, dura y enriquecedora del campo – las tareas de la agricultura y la pesca. A canaletear y palanquear botes, a nadar, bucear y pescar en el río, en los manglares y la mar. A rajar leña, a sembrar y pilar arroz y maíz, raspar coco, sacar copra, a arrear ganado, cortar plátanos, montar a caballo y conocer como la palma de sus manos los trillos de la selva y los pasos en los ríos plenos de lagartos.

Los peligros acechaban por todas partes. Desde temprana edad padeció de malaria tres veces, una casi lo mata. En varias ocasiones estuvo a punto de ser mordido por serpientes. Su abuela y sus tías le inculcaron la devoción por La Limeña, una imagen traída del Perú por un antepasado que prestó el servicio de armas del Rey de España, cuando el Istmo era parte del Virreinato.

Juanita Moreno Caballero adornando la imagen de La Limeña, para la fiesta de la Inmaculada Concepción. Finca Chiriquí Viejo, diciembre 8 de 1976.

Foto © Stanley Heckadon-Moreno.

Stanley recuerda: “Por las noches, con mi abuela, mis tías Virginia y Juanita, y las primas rezábamos el rosario frente a La Limeña, agradeciéndole el cuidarnos de las enfermedades, de las víboras, pidiendo por los cultivos, el ganado, y la vida eterna. Al final, se pedía también, aunque no me era muy claro entonces, por la conversión de Rusia y del Japón.”

“Luego venía el tiempo de los cuentos. Las fascinantes historias de los chiricanos. De los espíritus y animales del bosque, de los años de buenas y malas cosechas, de temblores, terremotos, sequías e inundaciones. De las famosas minas de oro donde los antiguos indígenas chiricanos extraían oro tal como la legendaria mina de la Estrella al otro lado de la cordillera central. Sobre las invasiones de los indios Misquitos de Nicaragua y los piratas que quemaron los pueblos chiricanos como Alanje y Remedios. De las guerras civiles colombianas; de la llegada de la Panama Sugar a un sitio que nombraron Progreso; de los inicios de la Chiriquí Land Company o ‘La Compañía’ y de los obreros centroamericanos que vinieron a trabajar en ella y dejaron su marca en los usos y costumbres chiricanas; de la construcción del Ferrocarril Nacional de Chiriquí y el surgimiento de los Pueblos de La Línea.’’

La llegada del primer radio de baterías a Chiriquí Viejo abrió todo un nuevo mundo de información para Stanley y su familia, quienes ahora podían seguir los grandes acontecimientos mundiales como la guerra de Corea y la de Indochina. Sintonizaban tanto emisoras extranjeras como las nacionales y provinciales entre ellas la Voz del Barú y Ondas Chiricanas.

Pasión por el conocimiento

 

En busca de una mejor educación y tratamientos médicos más avanzados para las fiebres que sufría Stanley, su madre decide trasladarse a Panamá matriculando a Stanley en el Colegio Javier, ubicado en el barrio de San Felipe. Stanley cuenta, “Los jesuitas me dieron una excelente educación: una pasión por el conocimiento, el respeto por los mayores y la justicia social”. Allí estudió de 1950 a 1958. En 1960 terminó sus estudios secundarios en el Colegio San Vicente de Paúl, en la Ciudad de David, Chiriquí. 

Al no haber universidades en Chiriquí, la familia decidió mandarlo a estudiar a los Estados Unidos. Con un nuevo saco y veinte dólares en el bolsillo llegó a casa de su tía en California. Se matriculó en el Orange Coast College pues ya habían pasado las fechas de admisión para las universidades estatales. En principio deseaba estudiar ingeniería o medicina. Pero sus calificaciones revelaron que no eran carreras para él. En sus palabras: “Una cosa es lo que uno quiere y la otra es la vocación'’. Un compañero le recomendó asistir a un curso de antropología y fue así como descubrió su verdadera pasión. 

Para pagar sus estudios trabajaba en una gasolinera durante las noches y fines de semana, llegando a convertirse en el administrador nocturno. Esto le permitió conocer a personas de diversos estratos sociales, profesiones y regiones de Estados Unidos. También trabajó como camarero de un bar, instructor de natación en la Universidad de Berkley, y hasta fue técnico en psiquiatría. Este tiempo sirvió de mucho crecimiento práctico, social e intelectual.

Por su buen desempeño académico, la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) lo aceptó como estudiante de antropología. Justo en esta época de profundos cambios sociales y políticos, Stanley se encontró en un punto de inflexión que determinaría el resto de su vida. Precisamente en vísperas de los exámenes finales del último año de la carrera, intervino la cruenta guerra de Vietnam, y fue llamado a prestar el servicio militar. Tras mucho ponderar, decidió por razones morales no ser parte del conflicto, dejando atrás una puerta abierta para obtener una maestría en la Universidad de Berkeley. En su viejo busito Volkswagen se regresó a Panamá por tierra, atravesando solo los 4,600 kilómetros de desiertos, selvas y guerrillas hasta su amado Chiriquí Viejo.

Ralph Beals, su antiguo profesor en la UCLA, le sugirió terminar su carrera en la Universidad de Los Andes, en Bogotá. Stanley le escribió al Doctor Gerardo Reichel-Dolmatoff, fundador del programa de antropología en Los Andes, quien le permitió convalidar sus materias. Con un préstamo del Instituto para la Formación y Aprovechamiento de los Recursos Humanos (IFARHU) se matriculó en Los Andes graduándose en 1970, tras hacer su trabajo de campo en las Islas de San Bernardo, costa atlántica colombiana. Allí formó estrechos lazos con los pobladores de El Islote, el único caserío de las islas.

estudiante antropologia Los Andes Colombia

Junto a colegas de la carrera de Antropología en Colombia 1970

© Stanley Heckadon-Moreno

Su regreso al suelo patrio lo narra Stanley en una vivida anécdota: “Montado en un remolcador que vendía cemento, bajé desde Bogotá por el río Magdalena hasta Barranquilla. Luego me fuí como tripulante en una canoa que comercializaba productos con los kunas de San Blas. A medio Golfo de Urabá se dañó el viejo motor de la canoa. Anduvimos a la deriva durante dos días y las provisiones comenzaron a escasear. Para ayudar con la alimentación usé mi viejo arpón con el que cazé dos tiburones pequeños que el cocinero en un instante preparó muy bien condimentados. Una vez reparado el motor continuamos nuestro trayecto avistando entre la bruma matutina, Cabo Tiburón donde terminaba Colombia y se iniciaba Panamá. Luego recalamos en casi todas las islas y me fascinó ver el viejo sistema de trueque de los cocos que traían las mujeres Kunas a cambio de telas, azúcar, café, cemento, pailas, machetes, hachas y botas de caucho hechos en Colombia. Ese fue mi periplo de Bogotá, a Narganá y Panamá.”

En 1973-74, con beca del Consejo Británico de Ultramar, realizó su maestría en Sociología en la Universidad de Essex, Inglaterra. En 1979, merced a una beca de la Fundación Ford, Stanley nuevamente regresa a la Universidad de Essex donde obtiene su doctorado en Sociología.

“Me fascinó ver el viejo sistema de trueque de los cocos que traían las mujeres Kunas a cambio de telas, azúcar, café, cemento, pailas, machetes, hachas y botas de caucho, productos hechos en Colombia.”

— Stanley Heckadon-Moreno

(Foto © Stanley Heckadon-Moreno)

Enfocándose en la problemática indígena

 

Recién termina su licenciatura en 1970 comienza su búsqueda de trabajo, pues tenía préstamos educativos que pagar. La expresión “estar en el lugar correcto en el momento correcto” se convirtió en la perfecta explicación de cómo logró una audiencia con el Ministro de Trabajo de entonces, Rómulo Escobar. El Ministro, en medio de chistes y buena intención lo refiere a la recién establecida Dirección General de Desarrollo Comunitario (DIGEDECOM) quienes precisaban de un antropólogo que se encargara de la nueva oficina de Asuntos Indígenas. En una tarjeta el Ministro le escribió al Director de la DIGEDECOM diciéndole que allí le mandaba a un ‘antropófago’, para tomarme el pelo, pero luego lo borró y escribió ‘antropólogo’ correctamente, según recuerda Stanley.

Como Jefe de Asuntos Indígenas palpó de primera mano, la grave situación de esta población, los más pobres entre los pobres del país. Durante los dos siguientes años, recorrió todas las zonas indígenas, a pie, a caballo, en cayuco y piragua, en helicópteros y en avionetas que lo dejaban en pistas remotas. 

Alarmante fueron sus informes subrayando las grandes necesidades en que vivían esos panameños: sin centros de salud, sin escuelas y aquellas existentes solo con pisos de tierra y techos de pencas; sin carreteras, desprovistos de puentes sobre ríos y quebradas donde en las crecientes de invierno se ahogaban estudiantes y maestros. 

Sus informes no fueron bien acogidos por sus superiores, pero comprometido a dar a conocer la realidad de los indígenas, lo compartió con un periodista de La Estrella de Panamá, Emilio Sinclair, quién lo publicó en El Dominical. Ello le costó el trabajo, pero su pasión por apoyarles le acompañaría el resto de su vida profesional. Fue motivo de gran satisfacción cuando en la nueva constitución política de 1982 se incluyó el derecho de los indígenas a la tierra, lo que facilitó la creación de las comarcas indígenas.

Stanley Heckadon-Moreno tuvo un papel destacado en la decisión de Panamá de establecer las comarcas o territorios indígenas que ahora cubren el 25 por ciento del territorio nacional.

Salvaguardando nuestro futuro ambiental y económico 

 

Su siguiente gran escuela en las realidades nacionales fue la antigua Dirección de Planificación Económica y Social de la Presidencia, luego Ministerio de Planificación. En las décadas de 1970 y 1980, Stanley junto a un pequeño grupo de técnicos y planificadores, se abocaron a la búsqueda de un estilo de desarrollo económico sostenible que salvaguardara los bosques del país y sobre todo, los de la cuenca del Canal de Panamá.

En ese entonces, se hablaba de ‘la conquista del Darién’ y la ‘conquista del Atlántico’. De sustituir los bosques por potreros, de eliminar las selvas pues eran considerados un símbolo del subdesarrollo. Producto de sus estudios de campo Stanley comenzó a exponer sobre la tesis que la destrucción de las selvas no traería desarrollo, más bien total destrucción de la extraordinaria diversidad del Istmo, la degradación de los suelos, la sedimentación de los ríos y quebradas, la concentración de la tierra en pocas manos y más pobreza. Pronto daría centenares de charlas en foros por el país y surgirían algunas de sus obras tal como Cuando se acaban los montes. 

La batalla contra esta corriente de pensamiento necesitaba cifras económicas contundentes que le ayudaran a convencer a las personas clave sobre el costo de oportunidad de no preservar los bosques y su ecosistema. Por serendipia, Stanley conoce a un gran biólogo estadounidense, Monte Lloyd, investigador de los insectos en la Isla Barro Colorado, quien le hizo ver de forma muy práctica el valor extraordinario e incalculable de que Panamá mantuviera sus bosques. Su encuentro es recordado por Stanley: “Este genio que se asemejaba a un Don Quijote, me preguntó: – ‘Stanley, tú sabes ¿cuánto tiempo se queda un turista en Panamá?’

– Tres días, le contesté.

– ‘Un turista amante de las aves, orquídeas o plantas se queda en un país unas tres semanas y gasta 3 a 4 mil dólares. Panamá tiene una oportunidad de oro en proteger los bosques a orillas del Canal porque son los más accesibles del mundo, plenos de biodiversidad. Esto va a generar mucho más que las industrias contaminantes’”.

Stanley se convirtió en pionero ambiental del país. Tuvo un papel medular en el desarrollo del primer Perfil Ambiental de Panamá en el año de 1980 y realizó el primer estudio del campesinado de la cuenca del canal. Ese mismo año, gracias a su influencia con una persona muy allegada al General Omar Torrijos Herrera, logra que éste recorra la zona de interés en helicóptero y escuche su proposición de establecer el primer parque nacional en los bosques de la entonces Zona del Canal de Panamá. De esta forma el gobierno estableció el 27 de mayo de 1980 el Parque Nacional Soberanía, que abarca 22,104 hectáreas. Esta fue la primera victoria palpable para mantener los pulmones de la ciudad.

Entre 1982 y 1984, coordinó el Grupo de Trabajo sobre la Cuenca del Canal, conformado por 175 expertos de las instituciones estatales y académicas, líderes empresariales y organizaciones ambientales, para evaluar la relación entre el desarrollo nacional y la cuenca del Río Chagres. Fue de inmensa satisfacción cuando el presidente Eric A. Del Valle aceptó la recomendación del grupo y por consiguiente, decreta la creación del Parque Nacional Chagres que protege las selvas de las cabeceras de los ríos Chagres, Pequení y Boquerón. De esta forma se obtiene el seguro de vida para el Canal y las potabilizadoras de las ciudades de Panamá y Colón.

Vista de la Ciudad de Panamá desde el Parque Natural Metropolitano, 2019.

Foto © Michelle Miralles

A este importante eslabón le siguieron otros como la creación del Parque Natural Metropolitano, el Parque Nacional Camino de Cruces, el Parque Nacional Darién y el Parque Internacional La Amistad. Hoy las áreas protegidas abarcan casi el 30% de la superficie del país.

El Dr Heckadon-Moreno comparte una anécdota sobre la proposición del establecimiento del Parque Natural Metropolitano en la Ciudad de Panamá y cómo la naturaleza intervino inesperadamente:

“Me encontraba con el Presidente de la República, el doctor Jorge E. Illueca, en Cerro Cedro, el punto más alto del futuro parque y desde el cual podía verse la Bahía, la ciudad (desde Panamá La Vieja hasta el barrio de San Felipe) y la entrada pacífica del Canal. Le contaba que en pocos lugares en el mundo existían bosques tropicales en medio de una ciudad capital. Súbito cinco tucanes descienden y se posan en el árbol justo sobre nosotros. Todos guardamos silencio mientras los tucanes, ignorándonos por completo, tenían una gran algarabía entre ellos allá arriba. Estas preciosas aves se apoderaron de la atención de mi audiencia. En ese momento le pregunté, ‘Señor Presidente, ¿alguna vez ha visto a un tucán en su ámbito natural? Es un espectáculo que no lo verá en ninguna otra ciudad del mundo’. A lo que me respondió: ‘Doctor Heckadon, ¡haremos el parque!’”.

La intensa sequía que se experimentó entre los años 1982 y 1983, ocasionada por la Corriente del Niño, trajo la crisis del vertedero de basura en Panamá Viejo en cuyos manglares se arrojaba la basura de la capital. Urgía cerrar el basurero e identificar un nuevo sitio para un relleno sanitario. Stanley coordinó el grupo que clausuró el viejo basurero e identificó el sitio para el nuevo relleno sanitario de la ciudad, Cerro Patacón.

Experto en recursos naturales de la región

 

De 1986 a 1989, fue Científico Social Principal en el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Docencia (CATIE) en Costa Rica con proyectos forestales sociales dirigidos a pequeños agricultores de América Central y el Caribe.

Su reputación como experto en la conservación ambiental lo llevó a liderar el proyecto Centroamericano de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (cuyas siglas son: UICN). Su diagnóstico sobre el estado ambiental de la región fue presentado en el marco de la XVII Asamblea General, realizada en Costa Rica en 1988 con más de 1,000 delegados de todo el mundo. Este esfuerzo dio lugar al concepto del Paseo Pantera cuyo objetivo era salvaguardar los bosques lluviosos del Caribe desde Belice hasta Panamá.

En 1990, el nuevo gobierno del presidente Guillermo Endara le solicitó encargarse de la dirección del Instituto Nacional de Recursos Naturales Renovables (INRENARE). Uno de sus grandes logros fue organizar la Mesa Redonda del Plan de Acción Forestal para Panamá que con apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) y la agencia de desarrollo PNUD, obtuvo $50 millones de dólares para la agenda ambiental del país. También hizo que la USAID destinara $20 millones de dólares para fortalecer el INRENARE con radios, vehículos, motocicletas, motores fuera de borda, uniformes y botas para los guardabosques. En adición, los fondos sirvieron para crear la Fundación Natura y el Proyecto de Monitoreo de los Recursos Naturales de la cuenca del Canal.

Durante ese periodo, Stanley Heckadon-Moreno fue uno de los protagonistas que ayudó a que el Gobierno de Panamá reinstalara al Cuerpo de Paz (US Peace Corps) organización estadounidense dedicada a apoyar a las comunidades en las áreas de agricultura, ambiente, salud y desarrollo juvenil. La misma había sido expulsada del país en 1971 por temas de índole política.

En preparación para la entrega del Canal de Panamá a manos panameñas, al Dr Heckadon-Moreno se le encomendó el proyecto de investigación aplicada más complejo del Smithsonian, el Proyecto de Monitoreo de los Recursos Naturales de la Cuenca del Canal de Panamá, 1995-2000. De 1996 a 2000, fue parte de un selecto equipo que trabajó en la creación de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) y que durante los Debates de Coronado logró se tomase la decisión clave de convertir las selvas de la antigua Zona del Canal en áreas protegidas.

Desde el año 2000 hasta 2020 dirigió el Laboratorio Marino Punta Galeta del Smithsonian en Colón, centro de investigación de los ecosistemas marinos y costeros. En Galeta, Stanley inició el programa de educación ambiental marina por el cual pasaron 180,000 estudiantes de todo el país. Asimismo, por más de una década llevó a cabo con éxito un curso de capacitación para docentes de todo el país sobre la vital importancia de dichos ecosistemas.

Su historia personal y los obstáculos que experimentó en sus años de estudio le ha ayudado a identificarse con jóvenes que sienten pasión por la investigación científica. Por ende uno de sus logros que le llena de mayor satisfacción es el programa de pasantías y becas Robert Stimming que apoya a estudiantes universitarios para realizar sus trabajos de campo y escribir su tésis de grado.

  • “Stanley es la voz de la conciencia ambiental en Panamá. Su profundo conocimiento sobre cómo podemos manejar nuestra tierra sosteniblemente a pesar de las actividades humanas que afectan los abundantes recursos naturales de la Nación, lo han convertido en una fuente de información elocuente y respetada.”

    – Matthew C. Larsen, director del Instituto de Investigaciones Tropicales Smithsonian. (CircleofBlue.org - 2015)

  • “Heckadon habló sobre el medio ambiente (y) la ecología antes de que se pusiera de moda’. … [Él] motivó e inspiró a muchos para que los temas ambientales sean percibidos como una prioridad en la agenda política del país”.

    – José Isabel Blandon, Ex-Alcalde de la Ciudad de Panamá

  • “Como Rotario, como profesional y como persona, Stanley se ha dedicado con pasión al estudio de la naturaleza. Nos ha ayudado a entender con mayor profundidad nuestra relación con ella y el por qué de la necesidad de conservarla. Su lucha incansable por asegurarse de que todos tengamos ese nivel de consciencia y respeto por las cosas que son importantes es admirable. Al final del día somos parte de la naturaleza y su futuro es también el nuestro. Stanley se asegura de ser la gotita que una y otra vez nos recuerda el tesoro extraordinario que tenemos aquí en Panamá.”

    – Ing. José Gabriel Miralles, Presidente & CEO Greatness Center

Vida familiar

 

Stanley contrajo nupcias en 1976 y con Sonia Martinelli Tono también antropóloga graduada en la Universidad de McGill, Canadá. De esa unión tienen a sus hijos Diego Antonio y Mónica Isabel. Su esposa Sonia ha servido gran parte de su carrera profesional como funcionaria de las Naciones Unidas en Panamá y Nueva York.

Stanley Heckadon-Moreno con su esposa Sonia Martinelli Tono durante la presentación del libro “Panamá: Puente Biológico”.

Foto ©2002 STRI (Marcos Guerra)

Publicaciones

 

Como escritor, conferencista e investigador condecorado, el Dr Stanley Heckadon-Moreno es autor de cientos de artículos científicos y más de una decena de libros sobre la conservación ambiental y antropología. Entre ellos:

  • Peasant systems and group farming models in Panama – 1977

  • Colonización y destrucción de selvas en Panamá – 1982-1983

  • Cuando se acaban los montes (Panamá: Editorial Universitaria and Smithsonian Tropical Research Institute) – 1983

  • Agonía de la Naturaleza Ensayos sobre el costo ambiental del desarrollo panameño, coeditado con Jaime Espinosa González – 1985

  • Madera y leña de las milpas. Los viveros comunales: Una alternativa para el desarollo forestal en El Salvador. (CATIE) – 1990

  • Hacia una Centroamérica verde: seis casos de conservación integrada – 1990

  • Impact of development on the Panama Canal environment (Journal of Interamerican Studies and World Affairs, Special Issue) – 1993

  • Panamá en sus usos y costumbres – 1994

  • Naturalistas Del Istmo De Panamá: Un Siglo De Historia Natural Sobre El Puente Biológico De Las Américas / Naturalists on the Isthmus of Panama: a hundred years of natural history on the biology (Smithsonian Tropical Research Institute and Fundación Santillana para Iberoamérica) – 1998

  • La cuenca del canal de Panamá: deforestación, urbanización y contaminación. Co-editado con Roberto Ibañez y Richard Condit – 2000

  • Panamá: Puente Biológico Las Charlas Smithsonian Del Mes, 1996-1999 – 2001

  • Naturalistas en el Istmo de Panamá: Cien años de historia natural en el puente biológico de las Américas –2004

  • De selvas a potreros: la colonización santeña en Panamá, 1850-1980 – 2009

  • Un criollo de Bocas del Toro: La historia de Carlos Reid / A Creole from Bocas del Toro, The Story of Carlos Reid – 2011

  • Evolving landscapes of Colón: land use change and the politics of development – 2014

  • El Hombre que Hablaba con las Piedras: Robert H. Stewart: Expediciones geológicas en Panamá y Bolivia 1947-1996 – 2021

  • Alexander Wetmore y las aves de Panamá. Expediciones de 1944 a 1966 – 2022

Reunión de grandes autores, Biblioteca Roberto Chiari, Canal de Panamá. Junio 2022, El Faro

En 1995, comenzó su serie mensual de artículos sobre la historia natural de Panamá, publicados en la revista cultural e histórica Épocas dirigida por Mario Lewis Morgan, esfuerzo que continua hasta el presente, con apoyo de sus voluntarios. 

Otras contribuciones y honores

 

Stanley Heckadon-Moreno ha dedicado toda una vida a la protección y estudio de la naturaleza. Durante su larga carrera, ha sido miembro de importantes organizaciones:

  • Miembro fundador de la Comisión Centroamericana de Medio Ambiente y Desarrollo (CCAD) (1991)

  • Miembro fundador y miembro de la Junta Directiva – Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR por sus siglas en inglés), Bogor, Indonesia (1992-1996)

  • Miembro – Consejo Nacional de Educación de Panamá (2004-2008)

  • Miembro fundador – Asociación de Antropología e Historia de Panamá (2015)

  • Miembro del Club Rotario Pacifico (Panamá Sur)

Honores

  • Portador de las Llaves de la Ciudad de Panamá – Alcaldía de Panamá (2014) 

  • Ciudadano Distinguido de Ancón – Corregimiento de Ancón (2014)

  • Reconocimiento por sus contribuciones y luchas a la conservación en Panamá – Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza IUCN (2015)

  • Medalla a la Excelencia Cultural Juan B. Gómez A. – Culturama (2015)

  • Escritor del Año – Cámara Panameña del Libro (2016)

  • Personaje panameño más influyente de la región, por sus aportes a la ciencia e impulso al desarrollo de los bosques de la Vía Interoceánica – Los 500 de Bloomberg Línea (2022)

“Muy pocas personas saben exactamente lo que quieren hacer [en su vida]. Siempre les digo a mis estudiantes y pasantes que necesitan probar cosas diferentes. Mi consejo es que tomen diferentes temas, sigan su sexto sentido; lo que estudien es una decisión que deben tomar con su espíritu. Miren lo que les atrapa…. Prueben y sigan intentando hasta que lleguen a un tema en el que sientan amor a primera vista. No pierdan la esperanza si hay muchas decepciones. Además, obtengan experiencia: sean voluntarios, únase a una ONG, hagan una pasantía y sean proactivos. Conocerán gente interesante, verán el trabajo que se está haciendo, se ensuciarán las manos, conocerán el universo y la humanidad, las culturas, las creencias…. Por último, aprendan idiomas: la comunicación intercultural marca una gran diferencia.”

– Dr Stanley Heckadon-Moreno

 

Le agradecemos infinitamente al Dr Stanley Heckadon-Moreno por regalarnos su valioso tiempo para concedernos una entrevista, y revisar esta biografía. Igualmente por elaborar con mucho detalle sus anécdotas y proporcionar las fotografías de su colección. Favor leer y adherirse a los Términos de uso especificados en este sitio.

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